Nuestro planeta helado está cambiando. En este último episodio, conoceremos a los científicos y a las personas que dedican su vida a entender lo que significan estos cambios, no sólo para los animales y las personas que viven allí, sino para el mundo en su conjunto. Nuestro viaje comienza en el Ártico, donde cada verano se desprenden enormes cantidades de hielo de los bordes de los glaciares de Groenlandia que se están derritiendo. El glaciólogo Alun Hubbard se adentra en un molino glaciar para intentar comprender los mecanismos que impulsan esta histórica pérdida de hielo. En otros lugares del Ártico, no sólo está desapareciendo el hielo terrestre. En el Golfo de San Lorenzo (Canadá), los biólogos intentan averiguar cómo afectará la pérdida de hielo marino a la vida de las crías de foca. En la Rusia ártica, con la pérdida de hielo marino en verano, cada vez llegan más osos polares a la isla de Wrangel. Aquí, un guardabosque local y los científicos se enfrentan a los hambrientos osos para evaluar su futura supervivencia. La pérdida de hielo marino no sólo afecta a la fauna, sino también a las personas. En la remota comunidad de Qaanaaq (Groenlandia), los cazadores inuit locales consideran que el hielo es ya demasiado peligroso para viajar y cazar, lo que pone en peligro su modo de vida tradicional. Y estos cambios que se están produciendo en el Ártico tienen el potencial de afectar a la gente más lejos. En la tundra abierta de Alaska, los lagos burbujeantes indican los gases que se liberan del suelo anteriormente congelado, incluido el potente gas de efecto invernadero metano. Hay un lugar en el que se puede observar mejor la magnitud del deshielo del Ártico: desde el espacio. Desde la Estación Espacial Internacional, la astronauta Jessica Meir observa los incendios forestales en toda Europa y reflexiona sobre la interconexión de nuestros cambiantes patrones meteorológicos. La rápida pérdida de hielo también se está produciendo en las altas montañas de los continentes del planeta. El glaciólogo Hamish Pritchard utiliza un sofisticado sistema de radar montado en un helicóptero para intentar cuantificar cuánto hielo queda en los glaciares del Himalaya, hasta ahora inexplorados. Es importante ya que, río abajo, unos 1.200 millones de personas dependen del agua de deshielo de los glaciares como principal fuente de agua dulce. Por último, en la Antártida, conocemos a Bill Fraser, que ha dedicado 45 años de su vida a estudiar el pingüino Adelia. A lo largo de este periodo, ha sido testigo de los cambios en las condiciones meteorológicas y de la extinción de colonias enteras. Estos 'canarios en la mina de carbón' son una señal de que no todo va bien, incluso en el lugar más remoto de la Tierra. Y los cambios que se produzcan aquí pueden afectarnos a todos, por lo que un grupo internacional de científicos tiene la misión urgente de evaluar la estabilidad de una enorme masa de hielo conocida como plataforma de hielo Thwaites. Si este tapón de hielo se derrite y se desliza hacia el océano, aumentará el nivel global del mar, impactando en las comunidades costeras de todo el planeta. Los cambios sin precedentes a los que están asistiendo nuestros científicos pueden ser profundos, pero existe la esperanza de que, mediante una combinación de tecnología y fuerza de voluntad, aún estemos a tiempo de salvar lo que queda de nuestro planeta helado.
Los nazis habían perseguido implacablemente a los judíos alemanes y austriacos y redujeron sus derechos, expropiaron sus bienes, estrangularon sus medios de vida y los declararon parásitos, no ciudadanos. Y la noche
del 9 de noviembre de 1938, en la Kristallnacht, la Noche de los Cristales Rotos, Hitler desató turbas nazis contra los judíos en ciudades y pueblos de toda la recién expandida Alemania, con golpes, incendios, violaciones y asesinatos, con la esperanza de expulsarlos a todos de su país. Cientos de miles de judíos alemanes y austriacos ahora estaban desesperados por escapar de los nazis. Sabían que su única esperanza era huir a países europeos amigos o cruzar el océano hacia los Estados Unidos. Al comenzar la Segunda Guerra Mundial, los estadounidenses están divididos sobre si intervenir o no contra Alemania. Algunas personas y organizaciones trabajan incansablemente para ayudar a escapar a los refugiados. Alemania invade la URSS e inicia en secreto el asesinato masivo de judíos europeos.
El documental captura la extraordinaria vida de Valerie Taylor, una leyenda viva y una auténtica pionera tanto de la filmación submarina como de la investigación de tiburones. Su trabajo ha llegado a ser la base de lo que conocemos hoy en día sobre los tiburones. A través de unas extraordinarias imágenes submarinas de archivo, junto con entrevistas a la propia Valerie 'Jugando con tiburones' sigue la trayectoria de esta intrépida exploradora del océano desde que era una campeona de pesca submarina hasta ser una ferviente protectora de los tiburones.
El cineasta Ali Tabrizi examina el daño que los humanos infligen sobre unos mares vulnerables. Desde los plásticos y las redes de pescas contaminando las aguas, a los destrozos irreparables de la pesca de arrastre sobre el fondo marino, y a las prácticas devastadoras de la pesca ilegal, la humanidad está asolando la vida marina y, por extensión, el planeta entero. Lo que Ali Tabrizi destapa no solo desafía la noción de pesca sostenible, sino que afecta a cualquiera que se preocupe de las maravillas del océano, así como del futuro del planeta y a nuestro sitio en él. De los creadores de Cowspiracy, sigue esta continuación que ilumina las alarmantes y no bien conocidas verdades sobre la destrucción medioambiental producida por la conducta humana sobre nuestros océanos.
Los océanos son el mayor ecosistema de la tierra, cubriendo dos tercios de la superficie del mundo y suministrando la mitad del oxígeno de nuestra atmósfera. Son el hogar del 80% de la vida en la tierra, y cerca de 3.000 millones de personas dependen de ellos como fuente primaria de alimento. Pero los Océanos no serían más que un vertedero y la vida cesaría en todo el planeta de no ser por un simple hecho: La red global de poderosas corrientes oceánicas. Cada gota de agua marina se desplaza en estas corriente, tardando mil años en completar un circuito. Sin la mezcla constante por las corrientes, las mareas y la olas, nuestros océanos no podrían mantener la vida, y un océano sano es imprescindible para un planeta sano.
Nuestro viaje comienza en el Ártico, donde cada verano se desprenden enormes cantidades de hielo de los bordes de los glaciares de Groenlandia que se están derritiendo. El glaciólogo Alun Hubbard se adentra en un molino glaciar para intentar comprender los mecanismos que impulsan esta histórica pérdida de hielo.
En otros lugares del Ártico, no sólo está desapareciendo el hielo terrestre. En el Golfo de San Lorenzo (Canadá), los biólogos intentan averiguar cómo afectará la pérdida de hielo marino a la vida de las crías de foca. En la Rusia ártica, con la pérdida de hielo marino en verano, cada vez llegan más osos polares a la isla de Wrangel. Aquí, un guardabosque local y los científicos se enfrentan a los hambrientos osos para evaluar su futura supervivencia.
La pérdida de hielo marino no sólo afecta a la fauna, sino también a las personas. En la remota comunidad de Qaanaaq (Groenlandia), los cazadores inuit locales consideran que el hielo es ya demasiado peligroso para viajar y cazar, lo que pone en peligro su modo de vida tradicional. Y estos cambios que se están produciendo en el Ártico tienen el potencial de afectar a la gente más lejos. En la tundra abierta de Alaska, los lagos burbujeantes indican los gases que se liberan del suelo anteriormente congelado, incluido el potente gas de efecto invernadero metano.
Hay un lugar en el que se puede observar mejor la magnitud del deshielo del Ártico: desde el espacio. Desde la Estación Espacial Internacional, la astronauta Jessica Meir observa los incendios forestales en toda Europa y reflexiona sobre la interconexión de nuestros cambiantes patrones meteorológicos.
La rápida pérdida de hielo también se está produciendo en las altas montañas de los continentes del planeta. El glaciólogo Hamish Pritchard utiliza un sofisticado sistema de radar montado en un helicóptero para intentar cuantificar cuánto hielo queda en los glaciares del Himalaya, hasta ahora inexplorados. Es importante ya que, río abajo, unos 1.200 millones de personas dependen del agua de deshielo de los glaciares como principal fuente de agua dulce.
Por último, en la Antártida, conocemos a Bill Fraser, que ha dedicado 45 años de su vida a estudiar el pingüino Adelia. A lo largo de este periodo, ha sido testigo de los cambios en las condiciones meteorológicas y de la extinción de colonias enteras. Estos 'canarios en la mina de carbón' son una señal de que no todo va bien, incluso en el lugar más remoto de la Tierra. Y los cambios que se produzcan aquí pueden afectarnos a todos, por lo que un grupo internacional de científicos tiene la misión urgente de evaluar la estabilidad de una enorme masa de hielo conocida como plataforma de hielo Thwaites. Si este tapón de hielo se derrite y se desliza hacia el océano, aumentará el nivel global del mar, impactando en las comunidades costeras de todo el planeta.
Los cambios sin precedentes a los que están asistiendo nuestros científicos pueden ser profundos, pero existe la esperanza de que, mediante una combinación de tecnología y fuerza de voluntad, aún estemos a tiempo de salvar lo que queda de nuestro planeta helado.