Mientras se sucede otro amargo invierno en la II Guerra Mundial, los aliados están desesperados por terminar el conflicto. Winston Churchill despliega su formidable fuerza de bombardeo para romper el punto muerto. La población de Dresde, en el este de Alemania, es elegida para lanzar sobre ella miles de toneladas de bombas incendiarias. Se produce una devastadora tormenta de fuego. La propaganda Nazi denuncia los hechos y la controversia se vuelve contra los mismos aliados.
El ascenso de Hitler al poder fue un momento único en la historia. Alemania sufrió una humillante derrota en la I Guerra Mundial y está estrangulada por las indemnizaciones de guerra. Hitler ofrece un culpable: los judíos. Los nazis cuando llegan al poder constituyen rápidamente leyes antisemíticas y aviva los recelos contra los judíos. Pero cualquiera etiquetado como 'indeseable', desde oponentes políticos, hasta minusválidos o gitanos, también son enviados a los campos de concentración. Allí trabajaban hasta morir, perecían por hambre o eran ejecutados. ¿Cuánto llegó a saber el resto del mundo sobre lo que estaba pasando?
Cuando la expansión militar de Japón en el Pacífico alcanzó su momento culminante, Roosevelt intentó forzar a Japón a retroceder embargando los suministros de petróleo. Pero lejos de calmar su expansión, les empujó a tomar una de las apuestas militares más grandes de la historia: Llevar su flota de ataque completa 6000 km lejos de sus bases para atacar a la flota norteamericana in Pearl Harbor. Era una apuesta arriesgada porque si salía mal, sería un suicidio militar para el imperio del sol naciente.
El Chicago Tribune, a finales de junio del 42, informa del asesinato masivo de judíos. Como muchos otros periódicos, el Tribune lo pone en la página 6 o 7 en un pequeño y diminuto artículo. O te lo pierdes, o si lo viste, dirías que los editores no creían que esto era verdad. Si pensaran que es verdad, estaría en las primeras páginas. Sólo algunos periódicos pusieron la historia en primera plana, incluido el Pittsburgh Courier. La idea dominante en el gobierno estadounidense es que cualquier acto de rescate será una desviación del esfuerzo bélico. Ambas cosas podrían haberse hecho al mismo tiempo. A pesar de eso, un grupo de funcionarios del gobierno apoya y financia las operaciones de rescate. Los soldados aliados comienzan a liberar campos de concentración y a encontrar fosas comunes. La opinión pública se da cuenta de la magnitud del Holocausto.
Horas antes de que Mehmed II lance su asalto final, una visión ominosa sacude a ambos bandos. Durante semanas se rumoreó la llegada inminente de una flota de ayuda veneciana de 40 navíos, pero se desconocía su paradero exacto. Los cañones otomanos redujeron las murallas a escombros y los refuerzos llegaron demasiado tarde. La conquista de Constantinopla inaugura una nueva era para el Imperio Otomano, que será una fuerza dominante en la política mundial durante 300 años. Mehmed II, en muchos sentidos, cambió la naturaleza de la historia mundial.
La población de Dresde, en el este de Alemania, es elegida para lanzar sobre ella miles de toneladas de bombas incendiarias. Se produce una devastadora tormenta de fuego. La propaganda Nazi denuncia los hechos y la controversia se vuelve contra los mismos aliados.